Insuficientemente surrealista


Hace algunos años fui exonerado de una agrupación surrealista por no ser suficientemente surrealista. Una purga estética de estilo estalinista consideró que yo no era un respetuoso devoto de las explicaciones habitualmente huevonas que suelen sustentar al surrealismo. Es decir, mi postura diseccionadora de posturas, y a menudo imprudentemente burlona, generaron tales anticuerpos dentro de tan solemne agrupación que fui separado por hereje.

Entonces y ahora intento caminar dentro y fuera de cada orientación estética, de cada idea, separando lo coherente, talentoso y original de las simples cabezas de pescado. Y en el surrealismo hay tan pocos buenos exponentes como multitud de tontos graves y pelagatos plagiadores.

Sé que con esta confesión los surrealistas mediocres me querrán colgar de cierta innombrable parte. Sin embargo, los poquísimos surrealistas realmente buenos me salvarán porque les estoy ayudando a limpiar el atestado gallinero de su gremio.

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